domingo, 3 de febrero de 2013

29: Reflexiones en el chino

Esta tarde he estado en el chino comprando, y me han surgido una serie de inquietudes que quiero compartir con vosotros.

  1. Quería comprar un gato de esos que mueven el brazo y que por lo visto da buena suerte, y no lo encontraba, y entonces empecé a buscar a un dependiente. Vi a un chino por yo uno de los pasillos y justo antes de hablarle pensé: ¿cómo se diferencia en un chino a un chino cliente de un dependiente chino? Porque me daba vergüenza preguntarle y que no fuera de allí.
  2. Cuando me decidí a preguntarle me fijé en que cuando hablas con un chino que antes no le has oído hablar no tienes ni idea de sí te va a entender o no, por lo que optas por hablarle lento: Per-do-na... ¿Te pue-do... ha-cer...una...pre...gun-ta? En este caso el chino en un perfecto español me respondió: Sí, ¿qué necesitas?
  3. De pronto pensé que a lo mejor el gato ese del brazo que se mueve podría ser una especie de dios suyo, y que como le sentaría a un español si un chino le pidiese en una tienda al tío ese que está en un palo de madera con los brazos extendidos (Jesucristo). Y me dió mucho corte pedírselo. Aunque no me miró raro mientras yo movía el brazo arriba abajo imitando al gato.

Y es que los chinos son como los extraterrestres, están entre nosotros y no les entendemos. Eso sí, son tipo E.T., muy majetes.

 

 

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